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La Mola del Tarragones 100 Cims

🥾 Senderismo

📊 INFORMACIÓN GENERAL

📏 Distancia 11.1 km
⛰️ Elevación 275 m
⏱️ Tiempo estimado 3h 59min
🎯 Dificultad Fácil
📍 Ciudad La Pobla de Montornes

📖 DESCRIPCIÓN DE LA RUTA

La Mola del Tarragonès se alza como el techo comarcal y la cumbre más emblemática de una de las comarcas más genuinamente mediterráneas de Catalunya, ofreciendo desde sus modestos pero estratégicos 316 metros de altitud una experiencia senderista única que combina patrimonio etnológico excepcional, paisajes rurales preservados y panorámicas incomparables sobre las costas del Camp de Tarragona y las aguas azules del Mediterráneo. Esta elevación, incluida en la prestigiosa lista de los '100 Cims Essencials' de la FEEC, constituye mucho más que un simple objetivo altimétrico, representando un viaje fascinante a través de siglos de tradición agrícola y arquitectura rural que han modelado uno de los paisajes culturales más auténticos del litoral catalán.

La aventura comienza en La Pobla de Montornès, un núcleo rural que conserva intacto el carácter de los pueblos agrícolas mediterráneos, rodeado de campos de cultivo, olivares centenarios y viñedos que se extienden hasta las primeras elevaciones del interior comarcal. Este municipio, con su arquitectura tradicional de piedra calcárea local y sus calles estrechas adaptadas al clima mediterráneo, constituye el punto de partida perfecto para adentrarse en un territorio que ha sabido preservar las formas tradicionales de ocupación del espacio rural catalán.

El recorrido se desarrolla inicialmente por caminos rurales y senderos tradicionales que atraviesan un paisaje agrícola de extraordinaria belleza, dominado por cultivos de secano perfectamente adaptados a las condiciones de mediterreaneidad que caracterizan el Tarragonès. Estos terrenos, trabajados durante generaciones por familias campesinas que han transmitido técnicas agrícolas milenarias, crean un mosaico paisajístico de gran valor etnológico donde conviven olivos centenarios, almendros, viñas y cultivos herbáceos que cambian de color según las estaciones.

Uno de los elementos más extraordinarios del itinerario es la extraordinaria concentración de barraques de pedra seca, construcciones vernáculas que constituyen uno de los patrimonios etnológicos más valiosos y mejor preservados de todo el territorio catalán. Estas estructuras, construidas mediante la técnica milenaria de la piedra seca sin utilizar ningún tipo de mortero o argamasa, representan la sabiduría constructiva tradicional desarrollada por las comunidades rurales para crear refugios agrícolas, almacenes y espacios de trabajo perfectamente integrados en el paisaje natural.

Las barraques del Tarragonès destacan por su diversidad tipológica, incluyendo desde pequeñas construcciones circulares destinadas al almacenamiento de herramientas hasta complejas estructuras rectangulares con divisiones internas que servían como refugios temporales para los agricultores durante las largas jornadas de trabajo en el campo. Estas edificaciones, algunas de las cuales pueden datarse en los siglos XVIII y XIX, evidencian la sofisticación técnica alcanzada por la arquitectura popular catalana en la resolución de necesidades funcionales específicas.

La técnica constructiva de la piedra seca, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, alcanza en el Tarragonès niveles de perfección técnica y belleza estética excepcionales. Los maestros constructors tradicionales desarrollaron sistemas constructivos que permiten que estas estructuras resistan durante siglos las inclemencias meteorológicas sin necesidad de mantenimiento, utilizando únicamente piedra calcárea local extraída de las canteras próximas y aplicando conocimientos geométricos y estructurales transmitidos oralmente de generación en generación.

Los marges de pedra seca, muros de contención que vertebran todo el paisaje agrícola comarcal, constituyen otro elemento patrimonial de valor excepcional que acompaña constantemente el recorrido. Estas infraestructuras, construidas para crear bancales de cultivo en las pendientes naturales del terreno, han modelado durante siglos la morfología del paisaje rural tarragonense, creando un sistema de terrazas que maximiza el aprovechamiento agrícola del territorio mientras previene la erosión del suelo.

La ascensión hacia La Mola se realiza por senderos que serpentean entre estos elementos patrimoniales, ofreciendo constantemente nuevas perspectivas sobre un paisaje cultural que representa uno de los ejemplos más notables de simbiosis entre actividad humana y medio natural en todo el ámbito mediterráneo. La progresión es gradual y cómoda, sin dificultades técnicas significativas, lo que permite concentrarse plenamente en la contemplación y comprensión de este excepcional patrimonio etnológico.

Desde las partes más elevadas del recorrido, las vistas que se despliegan hacia el este revelan la extraordinaria belleza de la costa del Camp de Tarragona, con el azul intenso del Mediterráneo extendiéndose hasta el horizonte y creando un contraste cromático espectacular con los ocres y verdes del paisaje rural interior. En días especialmente despejados es posible distinguir las siluetas de las islas Columbretes y incluso las costas de las Islas Baleares, añadiendo una dimensión geográfica excepcional a la experiencia panorámica.

La cumbre de La Mola, aunque modesta en altitud, ofrece una posición estratégica que permite contemplar desde una perspectiva única la complejidad territorial que caracteriza el Tarragonès, evidenciando la transición gradual entre los paisajes litorales y los ambientes de interior que configuran la rica diversidad paisajística de esta comarca mediterránea. Las panorámicas hacia el oeste alcanzan las primeras estribaciones de las Muntanyes de Prades, creando un paisaje de horizontes amplios que invita a la contemplación.

La flora del entorno combina especies típicamente mediterráneas con elementos adaptados a las condiciones particulares de cultivo tradicional, creando una diversidad botánica notable que incluye plantas aromáticas naturalizadas, comunidades ruderales características de ambientes agrícolas y formaciones arbustivas que han colonizado las áreas de cultivo abandonado. Durante la primavera, la floración de almendros y árboles frutales crea espectáculos cromáticos de extraordinaria belleza.

El recorrido circular permite redescubrir desde perspectivas diferentes los paisajes atravesados, completando variantes que incluyen la visita a conjuntos de barraques especialmente bien conservados y la exploración de antiguos caminos rurales que conectan las diferentes partidas agrícolas tradicionales. Estas opciones alternativas proporcionan oportunidades adicionales para profundizar en el conocimiento del patrimonio etnológico comarcal.

La fauna del territorio, adaptada a ambientes agrícolas tradicionales, incluye especies que han encontrado en este paisaje cultural un hábitat óptimo, desde pequeños mamíferos como conejos y liebres hasta una rica avifauna que incluye tanto especies sedentarias asociadas a medios agrícolas como migratorias que utilizan estas tierras como áreas de descanso durante sus desplazamientos estacionales.