La Mola de Colldejou y el Castell del Telégraf
📊 INFORMACIÓN GENERAL
📖 DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
La Mola de Colldejou se alza majestuosa hasta los 891 metros de altitud como uno de los miradores naturales más espectaculares de la Costa Dorada, dominando estratégicamente todo el litoral tarraconense desde su característica silueta tabular que le otorga el nombre de 'mola' o muela. Esta montaña emblemática del Baix Camp constituye una formación geológica singular que combina paisajes mediterráneos excepcionales, patrimonio histórico militar y panorámicas circulares que abarcan desde el delta del Ebro hasta las montañas del interior catalán.
La morfología distintiva de la Mola responde a procesos geológicos complejos que han modelado un relieve tabular característico de las formaciones calcáreas mesozoicas, creando acantilados verticales que contrastan dramáticamente con las suaves ondulaciones de las colinas circundantes. Esta singularidad geomorfológica ha convertido la montaña en punto de referencia visual desde grandes distancias, especialmente visible desde la autopista AP-7 y toda la franja litoral, donde su perfil inconfundible se recorta contra el horizonte interior.
El acceso tradicional parte desde el núcleo urbano de Colldejou, pintoresco pueblo que custodia la montaña y conserva la arquitectura rural tradicional del Baix Camp. El punto de inicio se sitúa en el amplio aparcamiento municipal, ubicado a 408 metros de altitud, que ofrece excelentes facilidades logísticas para iniciar la ascensión. Desde aquí, los primeros compases del itinerario discurren por calles empedradas del casco histórico antes de adentrarse en los senderos forestales que conducen hacia las laderas de la Mola.
La aproximación inicial se caracteriza por una pendiente sostenida pero progresiva que atraviesa paisajes mediterráneos típicos donde predominan encinares, pinares de pino carrasco y matorrales aromáticos de romero, tomillo y aliaga. La vegetación mediterránea de la zona presenta adaptaciones específicas a las condiciones edafoclimáticas de los suelos calcáreos, creando comunidades botánicas donde prosperan especies xerófilas que perfuman el aire montañero con sus esencias características.
Uno de los aspectos más desafiantes de la ascensión radica en la notable concentración del desnivel en una distancia relativamente corta, lo que genera pendientes pronunciadas que exigen una preparación física adecuada y el uso recomendado de bastones de senderismo para aliviar la carga sobre las articulaciones. Esta característica convierte la ruta en un excelente entrenamiento cardiovascular, especialmente valorado por montañeros que buscan rutas exigentes en proximidad al litoral.
A medida que se gana altura, la vegetación evoluciona hacia formaciones más abiertas donde los afloramientos rocosos se hacen progresivamente más frecuentes, ofreciendo múltiples miradores intermedios desde los cuales contemplar la evolución del paisaje costero. Durante este tramo intermedio, los senderistas pueden divisar ya las primeras perspectivas sobre la ciudad de Tarragona, el puerto, las instalaciones petroquímicas y la extensa franja de playas que caracteriza la Costa Dorada.
La sección superior de la ascensión presenta el terreno más técnico de todo el recorrido, con senderos que serpentean entre formaciones rocosas y requieren cierta habilidad de progresión en terreno irregular. Esta zona ha experimentado procesos erosivos intensos causados tanto por la meteorización natural como por el pisoteo de visitantes y el paso de fauna local, especialmente cabras montesas que han recolonizado naturalmente la zona.
El Castell de la Mola, construcción histórica que corona la cumbre, constituye el objetivo principal de la ascensión y uno de los elementos patrimoniales más significativos de la ruta. Esta torre, utilizada históricamente como estación de telégrafo óptico durante el siglo XIX, formaba parte de la red de comunicaciones militares que conectaba las plazas fuertes del litoral mediterráneo, representando un testimonio excepcional de la evolución de las telecomunicaciones pre-eléctricas.
Desde la cumbre de la Mola, las panorámicas circulares ofrecen una perspectiva privilegiada que abarca más de cien kilómetros de radio visual. Hacia el este se extiende toda la Costa Dorada hasta Sitges, incluyendo Tarragona, Salou, Cambrils y la desembocadura del Ebro; hacia el norte la vista alcanza las montañas de Prades, Montsant y las primeras estribaciones pirenaicas; mientras que hacia el oeste se divisan claramente la serra de Llaberia, el macizo dels Ports y las montañas del Maestrazgo aragonés.
La fauna de la Mola incluye especies adaptadas a los ambientes rupícolas mediterráneos, con presencia destacada de rapaces como águilas perdiceras, halcones peregrinos y buitres leonados que aprovechan las corrientes térmicas generadas por los acantilados para sus desplazamientos. La observación de aves resulta especialmente gratificante durante las primeras horas del día, cuando la actividad animal es más intensa y las condiciones atmosféricas favorecen el vuelo planificado.
Una característica geológica singular de la Mola es la presencia de cavidades kársticas que atraviesan completamente la montaña, incluyendo la famosa cueva que permite el paso de un lado a otro del macizo. Aunque el acceso a estas formaciones subterráneas requiere equipamiento específico de espeleología y conocimientos técnicos avanzados, su existencia ilustra la intensa actividad hidrogeológica que ha modelado el relieve calcáreo durante millones de años.
El descenso hacia Colldejou puede realizarse por el mismo itinerario de ascensión o completando una variante circular que incluye el Coll del Guix, alternativa que alarga el recorrido pero permite descubrir aspectos adicionales del patrimonio natural y etnológico de la zona. Esta opción circular atraviesa antiguos caminos de herradura, fuentes naturales y vestigios de actividad extractiva que evidencian el aprovechamiento tradicional de los recursos geológicos locales.
La época más favorable para la ascensión a la Mola comprende los meses de otoño, invierno y primavera, cuando las temperaturas resultan más confortables para el esfuerzo sostenido que requiere la subida. Durante el verano, las altas temperaturas y la exposición solar directa en las zonas superiores pueden hacer especialmente exigente la ascensión, especialmente durante las horas centrales del día.
La Mola de Colldejou representa una experiencia montañera excepcional que combina exigencia física moderada, valor paisajístico extraordinario y patrimonio histórico singular, ofreciendo a senderistas de nivel intermedio la oportunidad de coronar uno de los miradores más privilegiados del litoral catalán con la satisfacción adicional de contemplar panorámicas que abarcan prácticamente toda la geografía mediterránea peninsular desde una atalaya natural de incomparable belleza.